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Selección

2012-05-030

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Godo y Fuero

Un profesor ha entrado en el departamento como una exhalación. Falta de una estantería de la sala de lectura Reflexiones sobre la historia, de Tomás y Valiente, pero no parece un buen momento para que el secretario se lo comente. Por todo saludo ha proferido un alarido, muy parecido seguramente al de todos los nobles que Chindasvinto se quitó de encima; que ya dice el dicho que sabe más el diablo por viejo que por diablo, y aquel rey llegó anciano al trono.
Sobre la mesa de su despacho hay pendientes de firma y revisión trescientos cincuenta exámenes, cortesía de su colega Rafael, que con toda la cara se ha largado cuatro días a Bucarest y le ha recordado cariñosamente que le debe una.
Braulio desea en estos momentos que el fuero de Sepúlveda estuviera vigente; pero no puede ser porque él ha nacido siglos después.
En la puerta de su despacho el secretario, que no es tan listo como Chindasvinto pero tiene un poco de mala leche, carraspea a fin de que el otro levante la vista sobre la montaña de exámenes y le preste un poco de atención:
-Braulio, siento decirte que alguno de tus alumnos ha extraviado un ejemplar de Reflexiones sobre la historia.
-¡Si al menos le estuvieran dando buen uso, porque estoy seguro de que ni lo han abierto, vamos!
No se equivoca el docente. El manual lleva haciendo espacio encima de una mesa casi una semana.

-Y lo que nos queda por ver, Braulio.
-Tienes razón, Luis. Ni Sepúlveda ni leches, habrá que liarse con los exámenes y acabar cuanto antes.
Sin embargo, el profesor e historiador se queda pensativo, mesándose la barba, ante la mirada divertida del otro:
-¿Nos inventamos un fuero temporal de cuatro días, Luis?
-Eso está hecho, Braulio.
-Ríete tú de Sepúlveda.

En Bucarest acaba de descargar un pedazo de trueno como un demonio. Rafael, que es un poco supersticioso, descuelga el teléfono y llama a la facultad:
-Hombre, Luis. Sí, dile que se ponga. ¡Braulio! ¿Me mirarás esos exámenes?
Una especie de sonido que recuerda al perro Risitas inunda la línea.
-Cabronazo.
Clic.

Gracias, siempre

Detrás de una miniatura se esconde una bonita historia que merece la pena ser contada. Mi primera miniatura fue un sombrero de copa azul. La cosa ha cambiado considerablemente… La culpa la tiene mi amigo Cristóbal. Por mucho que se empeñe en decir lo contrario, él sigue siendo mi maestro en este arte y espero seguir aprendiendo muchas más cosas. Porque aún queda un largo caminar y me da a mí que este camino, puede deparar cosas interesantes. Desde aquí quiero darte las gracias, amigo mío. ¡Feliz 2013!

Sibilla Persica

¿A quién turba esa mirada tuya tan lánguida?
¿Será cierto que ese sentir tuyo llega a los abismos?
¿Quién ha robado tu sonrisa y la ha teñido de llanto?
Tarde amarga cuyo silencio sólo lo rompe el ir y venir
de tu pluma sobre el papel.

Poetisa del dolor y el sufrimiento, ángel del universo
de este mundo llamado Nada.

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Gitana (niña María)

Nació en el Sacromonte,
en casa de tío Enrique;
bajo la sombra de un naranjo
y el perfume del macasar.

Desde niña paseaba su hermosura
por la Alcazaba;
con candor entonaba melodías y coplillas,
y aprendía paciente la zambra.

Ella baila y canta,
luce como farolito en la madrugada;
intenso y vivo, nunca se apaga.
No hay traje que mal siente
a esta niña alunarada.
No hay manos que no aplaudan
a esta ninfa de Granada.

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