Yo te sueño sin ser tu dueño, ¡qué osadía la mía!
Diamante en el sol inmerso, joya de estuco y yeso;
besos de azahar que se escapan de tus salones.
Y no puedo olvidarte, aquí en la lejanía;
en esta tierra apartada, rosa cúfica.
Mi nacarada estrella, a ti miro con alma enamorada;
déjame seguir soñando que te tengo, mujer rojiza.
28
Ene
2013
2013
Categoría: Obras
Etiquetas: literatura, obras, poesía
Puedes seguir las respuestas a esta entrada a través del RSS 2.0 feed. Puedes dejar una respuesta, o hacer trackback desde tu propio sitio.
4 Respuestas
Deja una respuesta