En el despacho

Es una espera de color salmón tapizada. En la estancia hay paz, la cual aumenta en el despacho de don Manuel. Un despacho armónico, un tanto sobrio y a la vez confortable. Orden y concierto sobre la mesa. Hay luceros celestes y de caramelo. Como estos últimos son los ojos de Manuel. Al pronto parece extranjero. La belleza de este ser humano es interesante y digna de ser retratada. La hermosura le nace de dentro; la bondad sale hacia afuera. Y como es bondadoso, también es inteligente.
Se diría que es un hombre que no pierde un solo detalle, incluso si te pasas la mano por detrás de la espalda para bajarte el jersey. Si fuera un paisaje sería un lago. Si fuese un animal sería un águila real. Si fuese un cuadro sería el Autorretrato de Durero. Si fuese un libro, sería El Camino de Delibes. Entrar al despacho es como pasar al otro lado del espejo. Olvidas, ya no oyes el paso de los minutos en el reloj. Todo parece detenerse. Sólo hay sosiego y mucha claridad. Porque don Manuel irradia luz. Espera de color salmón tapizada, en medio de la serenidad y la tranquilidad.

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