Caía la tarde y el Maestro no había pronunciado palabra alguna. El discípulo rompió a hablar, algo inquieto:
-Maestro, ¿he hecho algo mal?
A lo que el Maestro respondió:
-Si vas caminando por una senda, y no eres capaz de dirigirte tú mismo, ¿quién lo hará por ti?
El discípulo sonrió y lo abrazó.
28
Ene
2013
2013
Categoría: El Maestro
Etiquetas: meditación, reflexión, textos
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